viernes, 15 de febrero de 2019

La Ciudad de los Lamentos

La vi, en el horizonte, la vieja ciudad de los lamentos, pisada setenta y siete veces, la ciudad que cae y se levanta. La ciudad de siete pisos, de siete sinagogas, de siete catedrales, de siete mezquitas. La ciudad que lamentaba sus caídas, pero volvía para pedir compasión, y olvidar sus juramentos.
Sus calles, santas, eran asimismo, un eterno disturbio. Debajo de ella, en sus vísceras, se encontraba un monstruo de tres cabezas. Que manipulaba al pueblo, que destruía al pueblo, que atribulaba al pueblo. Esa criatura grotesca era la avaricia de los altos prelados, era la corrupción, era la maldad en el corazón de la iglesia.
"Destruyamos los templos" decían las voces ateas dentro de la multitud. "La era de la razón nos necesita a todos". Ellos, así como ese monstruo, sólo tenían la curiosidad de experimentar con las personas. Todos ahí se disfrazaban, de fe, de salvación, de obediencia, de razón. Todos fingían tener la verdad en sus manos. Todos defendían sus puntos de vista, devoraban, quemaban, destruían, en nombre de la bondad, la disciplina, es saber, la supervivencia. La ciudad emitía alaridos que rompían el cielo, y nadie sobre la tierra parecía oírlos.
Tus siete campanas, y tus siete minaretes y tus siete estrellas, peleaban con las siete letras escritas con la sangre de la Revolución Francesa. Y los oscuros ministerios de algunos, hacían menguar tus defensas. ¿Qué quedará si de ti sólo hay cenizas? ¿Qué se esconderá en tu vientre cuando todo acabe? ¿Habrás de llevarte contigo a las cuatro cabezas inicuas?
Crees que se podrá recobrar la fuerza que tuviste?